“Los amos del aire” y otras series del mes
Claudio Sánchez
Después de cambiar el cine bélico para siempre con Salvar al soldado Ryan en 1998, Steven Spielberg y Tom Hanks decidieron profundizar en el homenaje al ejército norteamericano que luchó en Europa en la II Guerra Mundial. Hermanos de Sangre (2001) se convirtió en el acto en una serie legendaria, con sus personajes carismáticos como el teniente Winters. Nueve años después llegaría The Pacific, con una producción tan costosa pero con unos resultados artísticos y dramáticos mucho más discutibles.
Los amos del aire es la esperada tercera parte de la trilogía y la cuarta serie más cara de la historia de la televisión, sólo por detrás de Los anillos del poder, Citadel y Stranger Things. Apple TV toma el relevo de HBO (es evidente que esta plataforma no estaba en condiciones económicas de asumir ese presupuesto), y cuenta con un reparto muy joven, liderado por actores como Austin Butler (nominado al Oscar por Elvis) o Callum Turner (Emma). En el grupo de directores elegidos destaca Cary Joji Fukunaga, responsable de la primera y mejor temporada de True Detective.
Con todo este arsenal económico y artístico, y una historia tan apasionante como la de la aviación norteamericana que bombardeó los últimos restos del nazismo en Alemania en la II Guerra Mundial, resultaba difícil no ilusionarse con esta serie. Pero cada semana que se estrenaba un nuevo capítulo se sumaba una nueva decepción. Evidentemente hay espectacularidad en algunos planos y detalles técnicos elogiables, pero la historia está marcada por un tono muy neutro y plano, con personajes demasiado engominados entablando diálogos demasiado artificiales.
Tampoco las escenas de batalla tienen la claridad y emoción que deberían transmitir. La edición es algo caótica, y cuesta meterse en el fragor de una batalla que apenas se intuye. Tampoco la banda sonora de Black Neely (El mentalista, Cinco hermanos) aporta personalidad y vibración a las imágenes.
En definitiva, Los amos del aire repite las mismas carencias dramáticas de The Pacific, quedándose muy lejos del nivel excepcional que goza el género bélico en los últimos años (Hasta el último hombre, Dunkerke, Sin novedad en el frente, 1944, Land of mine, Ciudad de vida y muerte).
Reina Roja
Con 46 años, Juan Gomez Jurado es el escritor español que más vende en todo el mundo. La trilogía iniciada con Reina Roja es una de las favoritas del público, una literatura en la que se reconoce un dominio del género capaz de atrapar la atención del lector. Para trasladar el texto a la pantalla, al escritor se le han ofrecido en los últimos años varias decenas de proyectos, pero ninguno le convencía hasta que llegó esta serie dirigida por Koldo Serra (70 Billaden) y creada por Amaya Muruzabal (Hernán).
El presupuesto de la serie se nota en las escenas de acciones y en el cuidado de las detalles, así como en el reparto protagonizado por los intérpretes de Antidisturbios: Vicky Luengo y Hovik Keuchkerian. Era difícil adaptar el texto y no salir perjudicado, por que la novela original acumulaba mucha información de una compleja trama plagada de giros y efectismos. La serie sigue esa hoja de ruta al milimetro y eso termina por arruinar el proyecto. El cartón piedra de los personajes, situaciones y diálogos rechinan en todo momento. Ya las primeras escenas: el múltiple intento de suicidio de la protagonista, los diálogos del policía con la niña en la escalera y con la superdotada protagonista resultan tan artificiales que es complicado entrar en la historia.
Se nota que Gómez-Jurado es un gran aficcionado al cine y que conoce muchos referentes del thriller, pero su construcción es postiza y llena de trampas. En redes sociales ha habido algo de polémica porque algunos de los críticos de tele más importantes han destrozado la serie sin contemplaciones, y el ejército de fans del escritor ha montado en cólera ruidosamente. La polarización de todos los días, que no creo que pueda evitar que Reina Roja sea considerada un carísima decepción.
Bass Reeves
Taylor Sheridan sigue produciendo series a toda velocidad. Aunque para ser justos a ésta última no le podemos otorgarle tanta responsabilidad como en Yellowstone, Tulsa King o Mayor of Kingstown, ya que su participación ha sido más económica que artística. Pero desde luego hay una continuidad entre Hombres de Ley: Bass Reeves y 1883, dos western tan modernos como clásicos, tan violentos como líricos.
En un momento en el que los mensajes de diversidad e inclusividad están siendo tan torpe e insistentemente protagonistas en el cine y las series, Bass Reeves es todo un ejemplo de protagonista. La historia real de esta esclavo que paso a ser uno de los sheriff con más prestigio del Midwest, tiene conflictos raciales y familiares, persecuciones a caballo, tiroteos y una batalla tan apoteósica como original en el comienzo de la serie.
La serie es maravillosa en su variedad de personajes, con un reparto que incluye a unos sensacionales David Oyelowo, Dennis Quaid, Garrett Hedlund o Donald Sutherland. Y en los personajes femeninos hay caracteres muy fuertes, tan revolucionarios como lo fueron en su día los interpretados por Marlene Dietrich, Barbara Stanwyck o Joan Crafword.
Este western también tiene un metraje muy medido, con un ritmo trepidante de algunas escenas que se compensa con diálogos pausados que resultan esenciales para entender mejor a los personajes. La historia de amor de Bass Reeves y su mujer es un paradigma de retrato matrimonial, con sus idas y venidas, pero siempre fundamentado en la confianza, el respeto y la apertura entre los dos.
En definitiva, otro acierto pleno de SkyShowtime, que al parecer va a seguir produciendo western sobre personajes legendarios del Oeste americano.
Malaya, operación secreta
El caso Malaya es mucho más que Isabel Pantoja y Jesús Gil, aunque la participación de estos dos personajes en la trama multilplicó la difusión de esta investigación. Horas y horas de telebasura con muy poca precisión jurídica pero con un notable y eficaz sensacionalismo.
Esta docuserie de RTVE pretende desarrollar un planteamiento antagónico al de los programas de prensa rosa. Los abogados y jueces tienen el protagonismo que merecen, con una explicación divulgativa pero bastante completa sobre el complejo proceso de investigación de la trama. Sin grandes hallazgos en edición y planificación, esta docuserie muestra la paciencia de los que primero que se atrevieron a levantar alfombras ante la oposición de los partidos, pero también de buena parte del pueblo de Marbella.
Los cuatro capítulos logran perfilar una cronología de los hechos muy precisa, en el que se muestra el narcisismo de los hombres del poder en la sombra que se creían verdaderamente intocables. También hay un reconocimiento del periodismo de investigación que tuvo algunos representantes ejemplares en su constancia y honestidad.
El juego del calamar