¿Hacia un Ministerio de la Verdad?
J.A. Otero Ricart*
No existen noticias falsas. Toda noticia es verdadera, por la sencilla razón de que la verdad forma parte esencial de cualquier noticia: un hecho novedoso, verdadero e interesante. Lo que sí existen son las falsas noticias… y cada vez más. Es decir, hechos que se presentan como verdaderos cuando en realidad no lo son.
Todos somos conscientes de que el auge de las redes sociales en el mundo digital ha disparado las llamadas “fake news”. Y para luchar contra las falsas noticias están surgiendo diversas iniciativas, e incluso se han creado nuevas empresas dedicadas precisamente a desvelar bulos. Estos días nos hemos enterado de que el propio Gobierno español trabaja en lo que ha denominado una Estrategia Nacional de Lucha contra las Campañas de Desinformación. Entre sus objetivos, la creación de un sistema de alerta temprana contra las campañas de bulos, un incremento de los verificadores de noticias falsas en el periodismo, la redacción de un estatuto legal del usuario de la información en España o establecer una “alfabetización mediática” en los centros educativos.
Como asociación de usuarios de los medios, iCmedia comparte la necesidad de alguna de esas medidas, no en vano lleva más de diez años luchando por dar un mayor protagonismo a los destinatarios de la información y poniendo en marcha diversas iniciativas de “alfabetización mediática” en colegios e institutos. Sin embargo, me parece preocupante dejar en manos del Gobierno –sea del signo que sea– la capacidad de decretar qué es información y qué es desinformación, pues en el fondo supone acabar con la libertad de prensa. Por cierto, como se está acabando con la libertad de cátedra en aras de la corrección política.
La misión de verificar las noticias y de evitar la difusión de bulos siempre ha correspondido a los profesionales de la información. Ahora, cuando todo el mundo se siente capacitado para publicar lo que quiera, se empieza a echar de menos la labor de los buenos periodistas. Ahora, cuando las grandes empresas tecnológicas y sus redes sociales no paran de emitir contenidos “informativos”, empezamos a añorar la imprescindible función social de los medios de comunicación tradicionales. Sin olvidar el papel de la prensa a la hora de ejercer un necesario control sobre los poderes públicos. Según parece, una de las prioridades de la llamada Estrategia Nacional de Lucha contra las Campañas de Desinformación se centra en las campañas electorales; es decir, en lo que suele preocupar más a los partidos políticos en general y a los gobiernos de turno en particular.
Para luchar contra las falsas noticias no necesitamos un Ministerio de la Verdad como el que imaginó George Orwell en su distopía “1984”, sino dar mayor protagonismo a la sociedad civil y formar a los jóvenes en un sano espíritu crítico ante la avalancha de contenidos que inunda las redes sociales.
*Presidente de iCmedia Galicia
El juego del calamar