El éxito de rectificar
J.A. Otero Ricart *
Celebra estos días los cien años de vida una de las publicaciones más prestigiosas del mundo: el semanario “Time”. Curiosamente, una de las iniciativas más aplaudidas de la revista estadounidense, la elección de la persona del año, surgió como consecuencia de un error. Mejor dicho, gracias a que supo rectificar un olvido.
A finales de 1927, los editores de “Time” se percataron de que no habían dedicado ninguna portada de la revista al aviador Charles Lindbergh, que en el mes de mayo de ese año se había convertido en el primer piloto en cruzar el océano Atlántico en un vuelo sin escalas y en solitario. Conscientes de su error, decidieron publicar un número especial dedicado al personaje del año: fue la excusa perfecta para rescatar meses más tarde la hazaña de Lindbergh. Por cierto, el famoso aviador protagonizó años más tarde –en noviembre de 1933– un sorprendente acuatizaje en el río Miño, en las inmediaciones de Caldelas de Tui, cuando le sorprendió una intensa niebla mientras volaba en su hidroavión en compañía de su esposa.
La sabia rectificación de la revista “Time” se convirtió en el origen de una de las iniciativas periodísticas más valoradas por los lectores. Como sucede en muchas otras facetas de la vida, los éxitos suelen llegar después de aprender de los fracasos. “El arte de aprovechar nuestras faltas” se titula uno de los libros clásicos de espiritualidad. Cuando Fraga gobernaba en Galicia tuvo cierto eco una frase suya aludiendo a los líderes de la oposición: “sólo aciertan cuando rectifican”. Los medios de comunicación suelen acertar la mayoría de las veces, pero lo hacen siempre cuando rectifican sus fallos. Es cierto que a nadie le gusta admitir que se equivocó, pero, cuando lo reconocen, los medios ganan uno de sus mejores activos: la credibilidad.
Los usuarios de los medios de comunicación –las audiencias– valoran cada vez más esa capacidad de rectificación de los medios, sobre todo cuando esa rectificación es voluntaria y no como exigencia de un fallo judicial. Sería bueno aprender de la historia de Lindbergh y la revista “Time” y extender a todos los medios, también a los audiovisuales, la tradicional “fe de errores” de la prensa escrita. Aunque ya se sabe que en la mayoría de los casos esos errores eran simples travesuras de los “duendes de la linotipia”.
* Presidente de iCmedia Galicia
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