“Xente marabillosa”: la cámara oculta al servicio de la denuncia social
Una apuesta de TVG que combina el entretenimiento con la concienciación social, al tiempo que recupera la cámara oculta en una aventura no exenta de peligros
Félix Caballero
El pasado 10 de octubre volvió a la parrilla de la TVG el programa “Xente marabillosa”, que ya había vivido una primera temporada en la televisión gallega durante la primavera de 2022. El espacio se emite los miércoles por la noche, en un dudoso horario prime-time. Antes, esta franja era la que iba de las ocho de la tarde a las once de la noche, pero la última entrega de “Xente marabillosa” comenzó a las once menos diez y se prolongó hasta cerca de las doce y media. ¿Es eso horario prime-time? ¿Es que en este país no madruga nadie para trabajar?
Pero vayamos al grano. Antes que nada, debo decir que “Xente marabillosa” ha hecho ya más por que el público sepa que en gallego “marabilloso” se escribe con “b”, y non con “v” como en español, que todos los profesores de lengua juntos. No es un capricho, por supuesto, sino que responde a criterios etimológicos, de la misma forma que “avogado” se escribe con “v” en vez de con “b”.
“Xente marabillosa” es un formato importado. Llega a Galicia después de triunfar en las televisiones autonómicas de Andalucía, Canarias y Castilla-La Mancha. Hay que decir al respecto que la TVG es también una gran exportadora. Pienso ahora, por ejemplo, en la teleserie “Padre Casares”, que conoció versiones propias –adaptadas a la idiosincrasia del lugar– en la IB3 de Baleares, el Canal Sur de Andalucía y el Canal 9 de la Comunidad Valenciana.
“Xente marabillosa” tiene uno de sus grandes activos en la presentadora, Lucía Rodríguez. Galicia –y en concreto la TVG– ha sido siempre una gran cantera de presentadores de televisión, especialmente de presentadoras, que también han sido “exportadas” con éxito a Madrid en muchos casos: Paloma Lago, Paula Vázquez, Neves Rodríguez, Silvia Jato, Yolanda Vázquez, Cristina Saavedra, Alba Lago, etc. Es curioso cómo en Galicia se han revelado también como grandes presentadoras algunas actrices –Isabel Blanco, Lucía Regueiro– e incluso cantantes –Ana Kiro, Eva Iglesias–, aunque, evidentemente, no es el caso de Lucía Rodríguez. Esta debutó en la TVG en 2013 y enseguida demostró que tenía, y tiene, ángel para la televisión. En “Aquí Galicia”, “Adiviña quen vén esta tarde” o “Sabadeando” ya había desvelado su estrella y sin duda que con su elección para presentar “Xente marabillosa” la televisión gallega ha jugado sobre seguro.
Sin dejar de intentar entretener, la cámara oculta
se pone aquí al servicio de la denuncia
y la concienciación social, para contribuir
a la labor de servicio público encomendado a la TVG
El programa es un espacio de cámara oculta, un recurso ya viejo y manido en la televisión, pero que se usa ahora con una novedad: no se trata solo de divertir y hacer reír al público, como pasaba en aquellas viejas películas de Manuel Summers o en la gala “Inocente, Inocente” con la que TVE nos “castiga” todas las Navidades. Aquí, sin dejar de intentar entretener, la cámara oculta se pone al servicio de la denuncia y la concienciación social, para contribuir a la labor de servicio público encomendado a la TVG. Un delicado equilibrio que funciona y desemboca al final en una interesante mezcla de emoción y reflexión por parte del espectador.
Que el cóctel es eficaz lo demuestran los altos porcentajes de audiencia y, sobre todo, que los vídeos de cámara oculta se están viralizando por las redes sociales, que, como se sabe, son ya los nuevos termómetros para conocer la popularidad de un programa de televisión. Lo mismo pasó, por lo visto, en Andalucía, Canarias y Castilla-La Mancha, y era, de hecho, lo que se esperaba aquí. Pero nunca se sabe. Las idiosincrasias son distintas, los públicos también, y lo que funciona allí puede no funcionar aquí.
La estructura del espacio –aún no lo hemos dicho– es sencilla de exponer: las cámaras ocultas recogen la reacción de ciudadanos gallegos anónimos ante situaciones de discriminación recreadas por actores a partir de casos reales. Los temas que se tratan no son nada amables, y aquí es donde el programa corría uno de sus principales riesgos, al intentar compatibilizar con el entretenimiento el obligado respeto con que se deben tratar esos asuntos. Hablamos del acoso escolar, el alcohol y la adolescencia, el edadismo, el alzheimer, la xenofobia o incluso el suicidio.
Como se ha dicho, las situaciones grabadas por las cámaras ocultas son recreaciones, y aquí el programa también corre un cierto riesgo, el de exagerarlas hasta el punto de restarles credibilidad o incluso de revestirlas de cierta frivolidad. Pienso, por ejemplo, en el espacio que se hizo sobre la gallegofobia, con el que se inauguró el programa. Las situaciones recreadas por los actores llegaron a provocar una denuncia de “Hablemos Español”, que acusó a la TVG de mentir a la audiencia y de retransmitir un montaje sobre supuestos casos de discriminación por hablar gallego.
Por lo demás, el programa es dinámico. Incluye entrevistas en plató con un padrino o una madrina de cada entrega –las presentadoras Belinda Washington e Irma Soriano, en las dos últimas–, que actúan como abanderados de la causa en cuestión, y con las “personas maravillosas” que tuvieron el valor y el arrojo de intentar poner fin en el vídeo a la supuesta situación de discriminación de la que estaban siendo testigos. A estos gallegos anónimos “maravillosos” se los sorprende, además, con un vídeo en el que familiares y amigos hablan de ellos elogiándolos, y se les termina haciendo un regalo –en el último programa, un curso de cocina y un viaje didáctico a Atapuerca, porque son dos los vídeos de cámara oculta que se emiten por capítulo– como agradecimiento a su intervención en defensa de la no discriminación. El programa se completa con dos actuaciones musicales en directo. Las de la última entrega estuvieron llenas de energía juvenil y de un inequívoco sabor gallego: Zeltia Irevire y Fillas de Cassandra.
En fin, que “Xente marabillosa” apuesta fuerte por mezclar el entretenimiento con la denuncia y la concienciación social, al tiempo que recupera la cámara oculta actualizando y ampliando sus usos, en una aventura no exenta de peligros de los que por ahora parece ir zafándose.
Foto: La presentadora, Lucía Rodríguez, con dos de los invitados en el último programa. // TVG
El juego del calamar