Álvaro Gago: “En ´Matria´ aposté por la fuerza de los personajes”

El primer largometraje del director vigués se estrena este fin de semana en los cines españoles
Claudio Sánchez
Una de las películas más aplaudidas por la crítica en el reciente Festival de Cine de Málaga ha sido “Matria”, el primer largometraje del vigués Álvaro Gago, que llegaba a la ciudad andaluza precedida por el impacto que causó su proyección en el Festival de Berlín. Conversamos con él tras el estreno de la película en Málaga, donde su protagonista, María Vázquez, fue galardonada con la Biznaga de Plata a la mejor interpretación femenina. “Matria” llega este fin de semana a la cartelera española.
-Se habla del mejor año del cine español. ¿Cómo has conseguido algo tan difícil como llegar a un festival tan grande como el de Berlín?
-Supongo que Berlín tiene radar y le habrán llegado ecos del éxito internacional de mi anterior cortometraje. Y también es innegable que en el período de desarrollo de la película estuvimos en contacto con personas que habían leído el guion y estaban pendientes. Pero tampoco puedes depositar todas tus esperanzas en ello, porque entonces tienes las de perder. No depende de ti, depende de tantísimos factores, y muchas veces no tienen que ver con la calidad de la película. Quiero pensar que se seleccionan las mejores películas, pero después hay factores que tienen que ver más con modas o con criterios subjetivos del equipo de programación de la Berlinale.
-¿Qué es lo que buscas a la hora de rodar una película?
-Hay que pelear para que la propia experiencia de rodar una película tenga un significado muy fuerte en sí, para no depender de juicios externos. Al final son cuatro o cinco años de nuestras vida; si no vivimos una vida plena durante el ejercicio de nuestra profesión, sin estar pensando en objetivos ajenos, al final acabaríamos decepcionados, porque aunque tu película sea una maravilla, es fácil que pueda quedar fuera de cualquier sección. Por eso yo peleo mucho en mi trabajo diario para que todas las personas se lleven algo. Por ejemplo, tú vas a rodar a un pueblo y te planteas cómo puedes hacer para que ese pueblo viva la experiencia de acoger un rodaje. ¿Por qué no dedicar un par de semanas a organizar un taller con los hijos de esos vecinos? ¿Puedes organizar alguna proyección? Y eso a los niños y a las niñas les va a quedar y sobrevive a la película. ¿Puedes crear durante el rodaje unas sinergias? Por ejemplo, en los lugares donde hemos rodado, como Illa, Vilanova de Arousa o Cambados, hay localismos y a veces rencillas entre ellos; si generas unos lazos y una confianza que rompan esos localismos durante el rodaje, eso después puede pervivir y ser mucho más importante que la película. Hay razones que van mucho más allá de estar en el festival de cine de Berlín.
-A alguien le puede sorprender que en una película rodada en Galicia apenas aparezca la lluvia o el mar. Te centras sobre todo en los personajes, con primeros planos rotos.
-Más que nada por la propia historia. Alguien me comentó: por fin una película gallega en un entorno rururbano. Lo cierto es que sí que hay público que asocia Galicia a prados, montañas, mar… a un lenguaje visual más contemplativo. Yo tenía claro que la estética tenía que subordinarse a la historia. Parte del trabajo que hicimos con Lucía Catoira, la directora de fotografía, tiene mucho que ver con eso que decías, con el plano roto. Personalmente, el estudio del rostro es algo que realmente me emociona mucho. Son esas pequeñas perturbaciones que crean una magia cuando ves esas imágenes.
-¿Cómo consigues crear una historia tan intimista y pegada a los personajes, sin una trama rocambolesca, y que además de creíble atrape al espectador?
-En los primeros momentos con el guion confieso que pensé sobre ello. Lo hablé con los productores y les dije que “Matria” es una película sobre personajes, pero pensaba que necesitábamos alguna columna de trama que marcara otro ritmo. Sí que estuve con esas dudas, no tanto a la hora de producirla, en que tuve la confianza de mis productores, sino que fue algo interno: la duda de si la película tenía la fuerza suficiente sin necesidad de acudir a otros recursos. Y al final aposté por la fuerza de los personajes.
-En la película abundan los diálogos soeces entre las protagonistas, imagino que como un recurso para no hablar de lo que llevan por dentro. Y al final, cuando quieren hablar de lo de dentro, tienen muy pocas palabras que decir.
-Al principio se dicen superficialidades, no se están escuchando, no están sabiendo comunicarse. Y cuando tienen que comunicar algo de verdad tampoco hacen falta tantas palabras. Son más importantes los hechos. El hecho de que Ramona vaya a ese portal ya lo dice absolutamente todo. Y todo está implícito en un abrazo. Y también porque antes se ha utilizado esa verborrea para generar después el contraste.
-Y reservas la música, con toda su intensidad, para el final.
-No es fácil mi relación con la música, a pesar de que soy músico. De la misma manera que una estética apabullante marca mucho una película, la música hace un poco lo mismo. Es cierto que en el segunda largometraje que tengo en la cabeza estoy escuchando más música, de hecho estoy escribiendo mientras escucho música. Es la primera vez que lo hago, salvo con esa canción de Sés hacia el final de “Matria”, que es una voz que sale de la tierra, un grito de liberación que a mí me emocionaba mientras escribía la película y que refleja muy bien al personaje principal.